Soy una docente de Enseñanza Secundaria, de 7mo grado, el grado más alto al que puede aspirar un docente en nuestro Sistema Educativo. Tengo 28 años en la docencia.
Decido hacer pública mi reflexión por primera vez y con ello expresar mi punto de vista y el de muchos docentes que como yo, viven su labor desde el anonimato pero con compromiso y profesionalismo.
Soy profesora de Primer Ciclo en la Enseñanza Pública, de la que soy fruto y de la que defenderé siempre.
Soy una docente, que ha sido siempre muy bien calificada, a nivel del Centro Educativo y desde la Inspección de su Asignatura. Aclaro esto, porque es común afirmar que los docentes no trabajamos, no estamos preparados, no nos importa otra cosa que protestar y parar. Que nuestra función es otra. Que no nos importan los alumnos.
Es verdad, nuestra preocupación no debería ser otra que la de enseñar. Pero pregunto ¿se puede enseñar cuando a primera hora de un turno, luego de haber llovido toda la noche, se debe cruzar por encima de una tabla, haciendo equilibrio, para no caer, porque se inundó el patio del liceo?
¿Se puede enseñar cuando el piso de tablas del salón se hunde y entre él y el subsuelo hay no menos de 15 cm?
¿Se puede enseñar cuando se van agregando salones a una casona vieja, una pieza pequeña, agregada, sin demasiada respiración y todos apretados?
¿Se puede enseñar cuando hay dos o tres grupos libres en un pequeño patio interno de “una casa” que funciona como liceo y faltan adscriptos? Y esos adscriptos han sido pedidos en reiteradas oportunidades: por dirección, sala docente, inspección y nadie responde.
¿Y saben una cosa?
Todo el mundo opina de los docentes, de la enseñanza, de los planes, de los fracasos, del ausentismo. Pero NADIE ha sido docente por 24 horas en URUGUAY. (Salvo los docentes)
Siempre opiné y hoy lo afirmo más que nunca: Los consejeros, los inspectores, los técnicos, ministro de educación deberían tener como requisito, para decidir sobre la enseñanza, una práctica docente ACTUAL, en un liceo de contexto crítico. No la práctica que realizaron hace 20 años con alumnos de otra edad y de otro contexto social.
Ser docente un día, le aclararía un poco el panorama a mucha gente.
A eso sumémosle las distintas problemáticas que debe atender un docente, problemáticas para los cuales no ha sido preparado. No se cuenta con asistentes sociales, psicólogos, pedagogos y especialistas en lectoescritura, etc. Debería ser de primer orden, dada nuestra problemática social actual contar con equipos multidisciplinarios y el hecho que algún liceo disponga de un psicólogo no significa que todos lo tengan. Con esto de la inclusión tenemos alumnos con enormes dificultades sociales, psicológicas y de aprendizaje y entonces aparece: LA TRAMPA. Eso no es inclusión. Van a un liceo, asisten, pero no pueden aprender, el centro educativo no les brinda el apoyo que necesitan. NO PUEDE.
Por último el docente ha sido desacreditado permanentemente porque alguien debe ser el chivo expiatorio de todo el desastre educativo. Y como consecuencia la sociedad no lo respeta.
He sido profesora de actuales médicos, ingenieros, jugadores de fútbol en primera división, abogados, fotógrafos destacados y aún hoy continúo mi vínculo con estos alumnos. Esto me da la tranquilidad de que he cumplido dignamente con la profesión que elegí y desde la cual colaboré para una sociedad mejor.
Siempre se dijo que lo primero que hace grande a un país es la educación. Hoy, no parece importarle a mucha gente ni los alumnos ni los docentes.
¿No sería mejor que se construyeran escuelas y liceos de verdad? No casas viejas y con remiendos que a los dos meses están igual.
¿No sería mejor darle a la Educación lo que merece?
¿No sería bueno revalorizar la figura del docente y no abandonarlo solo en la trinchera y reconocerle la función que ha cumplido y cumple en una sociedad democrática?
Espero que esta carta que he enviado sea publicada y que la prensa, en la que confío, una vez más demuestre su rol que es fundamental dentro de una sociedad donde todos tenemos derecho a ser escuchados. Muchas gracias.
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